A propósito del inicio de la temporada de carnavales en Colombia y todo latinoamérica, vamos a adentrarnos en la historia de estas celebraciones y cómo han influenciado la cultura caleña al día de hoy. En Delirio siempre nos preguntan por nuestros personajes, y unos que causan particular curiosidad son los diablos, pues su significado y legado cultural es desconocido en la mayoría de los casos. No es que estemos haciendo alusión al América de Cali y tampoco es que hagamos referencias religiosas como llegan a pensar algunos. Se trata de reconocer y perpetuar el legado cultural de los carnavales y la cultura popular, donde el personaje del diablo siempre ha estado presente. ¿Por qué? En este blog vamos a conocer la historia de estos personajes de nuestra cultura popular, porque como dicen por ahí, en Delirio “hasta el diablo bajó a la novelería”.
Los carnavales, el diablo y la religión
Los carnavales en Colombia y en todo Latinoamérica no son simplemente festividades; son expresiones culturales que reflejan la diversidad, la historia y la alegría que caracterizan a nuestro continente. Cada uno tiene su sello característico que es una representación del contexto donde se desarrolla, sin embargo también son fiestas que se adaptan y evolucionan constantemente para sobrevivir al tiempo.
Cuando se piensa en los carnavales representativos de nuestro país, sin embargo, encontramos varios conceptos y personajes en común entre ellos. ¿Por qué la semejanza?
La razón más importante es porque todos los carnavales en esta parte del mundo están indudablemente ligados a la tradición católica. Hay carnavales laicos, pero igual se circunscriben al calendario cristiano y sus fechas se dan entre la Epifanía y Pascua. De hecho la palabra carnaval significa “los tres días antes de la cuaresma”. Al entender esto, se comprende el carácter efusivo, transgresor y travieso de los carnavales, pues precisamente se desarrollan en un periodo donde antiguamente se creía que había una licencia para pecar, donde Dios se hace “el de la vista gorda”.
Y es que en el carnaval, todo se vuelve al revés. Así lo explica Gonzalo Torres en Carnavales de Latinoamérica: “En el carnaval se invierte el orden establecido, todo se trastoca, el pobre se hace rico (ej. las favelas de Río participan masivamente en las millonarias escolas), el amo se hace esclavo y el esclavo gobierna, los hombres se vuelven mujeres y las mujeres se convierten en personajes fuertes y dominantes. Está permitido la burla al poderoso (…) el mundo de arriba deja de ser para aparecer el mundo de abajo, donde el rey es demonio y se juega con él.”
Precisamente por esa naturaleza de invertir las cosas, es que personajes como el diablo o la muerte son tan protagónicos en muchos carnavales de nuestra región. Torres explica la predominancia del diablo en el carnaval: “Es un mundo de opuestos el que se hace evidente, una dicotomía que hace explícitos significados a la diestra y siniestra gracias al choque brutal de conceptos opuestos (lo religioso y lo profano) que, a primeras luces, pueden verse contradictorios, ridículos o perversos pero que en conjunto manifiesta un balance en este ritual del revés.”
En Colombia, los carnavales más representativos son los de Barranquilla, Negros y Blancos Riosucio y San Pacho. Para crear los personajes de los diablos en Delirio, tomamos inspiración del diablo del Carnaval de Riosucio y del antiguo carnaval de Cali y los mitos sobre este personaje en nuestra ciudad.
El Carnaval de Cali Viejo: un legado cultural
¿Sabías que antes de la Feria de Cali, existía el carnaval de Cali?
Podemos evidenciar su legado en el desfile de Cali Viejo, donde se recuerda el antiguo carnaval y sus pintorescos personajes.
El Carnaval de Cali Viejo, iniciado en 1922 como respuesta a las festividades conocidas como ‘Fiestas de la Plaza’, surgió por la iniciativa de los gobernantes de convocar la participación ciudadana en un evento que incluyera comparsas teatralizadas, disfraces colectivos e individuales, así como carrozas de reinas protagonizadas por los clubes sociales de la época. Esta celebración transformó la ciudad, generando cambios significativos tanto en el aspecto cultural como en el social, según señaló John Jairo Perdomo, director artístico de la Feria de Cali. Durante ese periodo, las calles vivían una auténtica fiesta con la participación de comparsas de diversas regiones, el desfile de la familia Castañeda, carrozas, disfraces y la elección y coronación de la reina del Carnaval, que capturaron la atención de los habitantes de Cali.
El Carnaval de Cali durante los años que se realizó, fue liderado por la élite caleña. Únicamente la edición de 1924 tuvo un índice de crítica social, al representar a los miembros del gabinete ministerial encima de un burro, un cerdo o un gorila, lo cual llevó a que para 1927 se prohibiera el uso de disfraces durante el carnaval de Cali. Es por esto que “El carnaval caleño no se pudo identificar como una fiesta irreverente porque era más bien una fiesta de ensoñación, el anhelo de un mundo fantástico recreado en un reino de paz” (Pacheco Orozco: ponencia), es decir que las elites cambiaron el discurso de la herencia española pero sólo en nombre, porque siguieron conduciendo al pueblo con sus ideales, en vez de otorgarle un espacio de expresión propio.
Muchos años después y a causa de la gran explosión del 7 de agosto de 1956, el año que le siguió se organizó la primera feria de Cali para apaciguar la tristeza de sus ciudadanos, feria que incluye en su programación el desfile del Cali viejo, evento creado para recordar y rendirle tributo a hechos y personajes que marcaron el desarrollo de Cali como ciudad donde se presentan comparsas con diferentes temáticas.
Personajes del Carnaval de Cali Viejo
El Carnaval de Cali Viejo, enriquecido por la fascinante tradición de los «diablitos» o murga, tiene sus raíces en la rebeldía de un grupo de negros de Marmato en 1912, quizás los primeros colonziadores de la loma de Siloé. Este evento fue un acto de resistencia que consistía en hacer sonar tambores y celebrar en toda la ladera de Siloé hasta llegar a la hacienda Cañaveralejo, hoy la plaza de toros. La alegría contagiosa de los diablitos fue tan impactante que los pobladores empezaron a lanzarles monedas espontáneamente.
El relato de Javier Tafur, en su libro ‘Jovita o la biografía de las ilusiones’, ofrece una visión vívida de un encuentro entre la reina Jovita y los personajes del Carnaval de Cali Viejo: “Al medio día iba Jovita por la calle 11 con carrera 6ª, cuando a la altura del edificio Botero Salazar, distinguido con la placa No. 6-17, se encontró intempestivamente con una murga que venía con trombones, pitos, clarinetes, flautas, tambores, panderetas y matracas; al primero que se encontró fue al diablo, vestido de rojo con sus cuernos y su rabo negros; enseguida apareció la muerte con su guadaña blanca; a su lado iba la calavera y un enano que le tiró de la falda. (…) el jaguar quiso morderle la cara. Venían numerosos matachines con guadañas, tridentes y perreros. Ella se cambió de andén, pero por ese lado apareció el año viejo con su barba larga y a su lado un niño, con máscara de bebé (…) un esperpento de la murga, vestido de mujer con rellenos en los pechos y las caderas la siguió imitando sus movimientos. ¡Cafres! Les gritó, con ganas de darle su buen sopapo a cada uno”
La tradición de los diablitos ha perdurado, convirtiéndose en una fuente de orgullo familiar. En Siloé, existen escuelas de formación de diablitos, como la ‘Escuela de formación de diablitos Nueva Luz’, que enfatiza la responsabilidad y el respeto como valores fundamentales para los participantes. David, dueño de la escuela, destaca que un verdadero diablito debe abstenerse de problemas, respetar a los padres, evitar portar armas y no consumir drogas.
Los personajes principales de esta murga incluyen al diablo, con capa larga y facciones tenebrosas, que se desplaza por Cali intentando conquistar a las mujeres más bellas. A su lado, la «culona», con su vestimenta coqueta, representa uno de los disfraces más exigentes. Finalmente, la muerte, con un enterizo negro de huesos pintados, simboliza la reconciliación y el triunfo de la vida y la alegría en la ciudad. Esta vibrante tradición no solo es un elemento distintivo del carnaval caleño, sino que también refleja la rica historia y diversidad cultural de la región.
El Personaje del Diablo en Colombia y en Delirio
Para crear el personaje del Diablo y la Diabla en Delirio, tomamos elementos de dos diablos históricos: el de Riosucio y el de Cali.
El diablo de Riosucio es ante todo un diablo mestizo, en el que se perpetúan los rasgos de un particular fusión entre el diablo judío cristiano con elementos de culturas indígenas y negras. Es importante tener en cuenta que aunque toma elementos del diablo bíblico, no se trata del mismo personaje, pues en la cultura popular está caracterizado por el arte, el ingenio, la alegría, la gracia y sobre todo la concordia.
Esto podemos evidenciarlo en cuanto su majestad el diablo tiene los cuernos de la res que provienen de la mítica lucha africana del toro contra la serpiente; tiene a su vez los colmillos del jaguar, que representan la faceta indígena y por último las alas del dragón que es el ser mítico por excelencia de Europa.
El personaje del diablo en Cali fue inspirado en por supuesto, el diablo y los diablitos del antiguo carnaval, pero también en los mitos y leyendas alrededor de este personaje. A continuación compartimos el mito más popular alrededor del diablo caleño:
A pesar de que la discoteca estaba llenísima, puedo recordar cuando entró Él. Es difícil de explicar, pero hubo algo en esa persona que hizo que todos los que estaban en ese sitio notaran su llegada. De alguna manera, es como si todos hubieran dejado de hacer lo que estaban haciendo, para concentrarse en este personaje.
Él era un tipo alto, de 1.90, blanco y de cabello castaño. Estaba vestido con una camisa blanca muy bonita, y creo que los pantalones eran de color café. Sin duda, era un tipo muy atractivo, musculoso, estoy segura de que no hubo ninguna mujer que no notara que había llegado semejante galán.
Al ratico lo vi recostado contra la barra, tomándose unos tragos de aguardiente. Era obvio que muchas mujeres lo seguían ‘pisteando’ mientras el tipo seguía ahí, solo, como meditando, mirando absorto a la gente bailar. Hasta que el galán abandonó la barra y se dirigió a bailar a la pista (era sin duda uno de los mejores bailarines de Salsa del mundo). De un momento a otro comenzó a olerse un aroma inconfundible, un olor penetrante a azufre.
Repentinamente se oyeron los casquetes de un caballo. Un sonido seco y repetitivo en la mitad de la pista. Todos nos tardamos unos segundos en identificar de dónde salía ese sonido extraño. Me tuve que empinar un poco para poder ver la escena: en lugar de piernas. Él tenía patas como de caballo, y estaba dando vueltas, como bailando solo.
En resumen, el diablo caleño no es el típico demonio de cachos y cola, es más bien un galán al que solo se le ven los cascos, gracias a la imposibilidad de ponerse zapatos. Es un bailarín que puede ser reconocido según los relatos por el fuego que deja en la pista después de cada paso y por el fuerte olor a azufre que emana; además de ser un gran bailarín cuya debilidad eran las mulatas caleñas.
Adicionalmente, hay otra versión de Buziraco y de su llegada a Cali proveniente de Cartagena, el cual es expulsado de la ciudad con la construcción de las tres cruces. La apariencia de este diablo es muy similar a la del diablo de Riosucio o a la imagen bíblica.
En conclusión, los diablos en Delirio son, al igual que nuestros demás personajes, una representación fiel al contexto histórico, carnavalesco y cultural de nuestro país y ciudad.
Son diablos traviesos, nobles, coquetos y juguetones, que lejos de protagonizar la maldad, nos recuerdan esa idiosincrasia y esa mezcla cultural que llevamos en nuestra sangre.
Por eso la invitación es a que la próxima vez que vengas a Carpa Delirio o Paseo de la Aurora, te acerques a nuestros diablos, les pidas un abrazo, bailes con ellos (¡te sorprenderá su ritmo!) o te tomes una foto, pues ellos están ahí para hacerte delirar de alegría.
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Bibliografía:
Torres, G. (2000). Carnavales en América Latina. Amtex.
Buenaventura, D. O. (2016). Carnavales, Fiesta e Identidad en Colombia.
(S/f). Gov.co. Recuperado el 30 de enero de 2024, de https://www.cali.gov.co/publicaciones/177992/el-carnaval-de-cali-viejo-y-sus-101-anos-de-historia/